
Nos vestimos con la esperanza,
y a veces al mirarnos al espejo,
vemos los jirones que no nos cubren.
Todo ha sido razgado.
Sin importar enfrentamos el mundo.
A veces cubiertos por las tiras desteñidas,
otras simplemente desnudos ante la posibilidad
de acertar.
Decoramos nuestra decencia
con nuestro sentido de la fe.
Sonreímos con la convicción
de saber que algún día todo será mejor.
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